“Nunca imaginé que en tan poco tiempo se iba a destruir la imagen de un ídolo que tanto le dio al fútbol chileno” (…)”Atacaron al Sampaoli persona y no al entrenador. Es un dolor grande que me separen de la gente” Jorge Sampaoli.
La profesión y la persona nunca irán por carriles paralelos, es lo primero que tengo para decir…Semanas atrás escribí que era primordial que el presidente de la ANFP, como primera medida, retuviera a Jorge Sampaoli, sin pensar que, en una movida extrema, lo dejarían de rehén. Quien se asociara en plena libertad con uno de los mafiosos más grandes del fútbol chileno, ahora, en una victimización antológica, pretende hacernos creer que la pelota es cuadrada. Que obligarlo a cumplir su contrato va en desmedro del fútbol nacional, que ideológicamente los medios no están colonizando en su contra y que las condiciones para que él siga no existen. Claro pues, si el “cheque en blanco” que le entregó Sergio Jadue se acomodaba más a esas condiciones óptimas y a sus interés. Sampaoli nunca fue bueno hablando. Su principal error es intentar imitar el estilo lingüístico de Marcelo Bielsa, hombre que con su retórica está muy lejos del discurso promedio entre los dts. También trató de emular el pensamiento cercano al socialismo de “el loco”. Pero a pesar de que el ex director de U. de Chile es de origen más humilde que el rosarino, su conducta fastuosa y parecida en estética y gustos a la de un futbolista, es imposible de asemejar a la coherencia de su mentor. En su despedida -media desesperada- el casildense está teniendo un discurso parecido al de Jadue al recordar reiteradamente que el sacó campeón de américa a la selección de chile y que es el técnico más exitoso en la historia del balompié nacional.
Sampaoli se equivoca en el fondo (económico): evadiendo impuestos, que después tendría que arreglar el empleador y al negarse a pagar la cláusula de salida, aduciendo a su poca capacidad bancaria. Y en la forma (comportamiento ante la opinión pública): denigrando -en medios extranjeros- por su desorden al fútbol chileno para justificar su escape y no comunicando al hincha un mensaje concreto, definitivo y de buena fe. La mayoría de los chilenos están aburridos de las actitudes sospechosas y de los individuos codiciosos -sean campeones del mundo o presidentes de la república- que buscan enriquecerse a toda costa. Si Sampaoli se “mareó” con la nominación al balón de oro y con el éxito (por lo demás merecido), y posee la razonable intención de dirigir en Europa, debió haber reflexionado unos días en silencio, buscando la manera de salir digno del país. Para sorpresa de varios, prefirió pasearse con sus gafas oscuras por Miami; tener como táctica ofensiva la filtración de su contrato; y atribuir su inminente salida de la roja al menoscabo que sufría por parte de la prensa y la ANFP. Con todo esto, queda demostrado una vez más que la lucidez de Sampaoli se limita a la cancha.
Que pague y se vaya pronto dicen los medios y el clamor popular. Y aunque sea una idea simplista, la comparto. Si no cuenta con el total a pagar como dice, que cancele un porcentaje y el resto lo haga tras firmar en su nuevo club. La selección chilena necesita un líder en la banca con urgencia para preparar los partidos clasificatorios de marzo, y el quinto (ranking FIFA) combinado nacional en la actualidad puede aspirar a algo mejor que Olmos, García o Garcés para andar arrastrándose por un técnico que se quiere ir. El problema es que este entuerto le corresponde solucionarlo a la ANFP, entidad que (en esto tiene razón Sampaoli) ha aprovechado oportunistamente el revuelo para descomprimir su crisis institucional. Ahora, en el último suspiro de Sampaoli en estas tierras, reconocer como siempre los avances que consiguió, y asimismo, asumir lo que se veía venir: el término de un ciclo.